30.12.17

Instrumental, de James Rhodes



Tras meses viendo el libro en la estantería del salón tenía tantas ganas de leerlo como miedo. Las pocas frases de su contraportada son como el cartel de Cuidado con el perro a la puerta de un jardín paradisíaco:

      Me violaron a los seis años.
      Me internaron en un psiquiátrico. 
      Fui drogadicto y alcohólico.
      Me intenté suicidar cinco veces.
      Perdí la custodia de mi hijo.
      Pero no voy a hablar de eso.
      Voy a hablar de música.
      Porque Bach me salvó la vida.
      Y yo amo la vida.

No tenía ni idea de quién era James Rhodes, no conocía su historia ni su existencia. No sé nada de música, y mucho menos de música clásica. Tal como me imaginaba, el libro me ha removido las tripas. Me ha angustiado, he experimentado sentimientos de dolor y tristeza, y sin embargo, no he dejado de pasar las páginas hasta acabarlo en unos pocos días.

Pero James no se limita a abrirse en canal y destilar recuerdos dolorosos, también contagia su pasión por la música, ha conseguido que escuche dieciocho piezas clásicas mientras leía sus páginas, que me entusiasmaran las historias de Chopin, Rajmáninov o Shumann (y sí, por supuesto, he tenido que buscar cómo se escribían sus nombres) y que sintiera deseos por primera vez en mi vida de asistir a un concierto de piano. 

La música cura, al menos con él ha funcionado. El resto, busquémonos las habichuelas, si la música no nos vale, tendremos que encontrar otra cosa. Pero la hay, siempre la hay. 

Instrumental
James Rhodes
Ed. Blackie Books (2015)

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